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Thursday, August 11, 2011

Soy ateo ¿Y ahora qué hago? – Parte II: El trabajo



Con la situación laboral y económica hoy en día en el mundo el cuidar el trabajo de uno se convierte en prioridad especialmente cuando se depende solo del ingreso propio. Las relaciones laborales pueden ser causantes de muchas tensiones sin que el elemento religioso tenga que intervenir. Y cuando lo hace, a menos que la ideología de los trabajadores esté definida por la empresa a la que pertenecen, no faltará algún roce por ahí.

Una persona nueva en cualquier trabajo necesita irse adaptando a este y a ir conociendo a sus compañeros, que estos lo conozcan a uno y en lo posible, de caerles bien. Para bien o para mal será un grupo de personas con los que uno pasará una gran parte del día y de la semana. Cada quien trae sus costumbres de casa o de trabajos anteriores. Pero tal vez por ahí se filtre algún indicio de lo que el otro cree o piensa, como un crucifijo, un sticker anti-aborto o anti-homosexual, etc. Por lo general, mientras todo esto se encuentre en el escritorio o cubículo del otro, no hay nada que hacer. Es su espacio y ahí queda. Criticarlo no hará más que hacerlo ver a uno como un generador de conflictos y hará que te ganes la antipatía no solo del creyente, sino del resto e incluso del manager o de recursos humanos.

Para bien o para mal, no todos pueden trabajar en Dunder Mifflin.

¿Sin embargo, qué sucede cuando se empieza a invadir espacios públicos? Digamos, cuando en la pizarra de eventos hay una invitación a un evento de tal o cual iglesia. Si es un evento concreto, así no tenga nada que ver con el trabajo, si está junto a otros que tampoco lo son, guárdate las ganas de decir o hacer nada. Sin embargo, si es una frase tipo “Dios te ama”, tal vez quieras responder de forma similar. Sea lo que sea que pienses, no vayas al choque. Antes asegúrate de que al menos tienes algo que valga la pena responder, por lo general, algo gracioso. Y antes de publicarlo, pregúntale a algún amigo de verdad lo es. Si te dice que es demasiado o no le parece gracioso, entonces déjalo de lado. Si eres el único que piensa así entonces, ni modo, sonaste. A menos que estés en una posición de poder o puedas cambiarte de trabajo, ganarte anticuerpos gratuitamente es una mala opción.

Tal vez no falte el compañero que te empiece a invitar a su iglesia o a mandarte correos e indirectas. El manager o director de recursos humanos es la decisión ideal, no como algo oficial y que necesita de su completa atención, sino como una pregunta que requiere consejo más que otra cosa. “Mira, fulano me anda diciendo tales cosas, ya le he dicho que no gracias, pero sigue y ya empieza a ser incómodo. Yo lo respeto mucho, pero yo vengo aquí a trabajar, no a que me evangelice”, todo dicho con cierta incomodidad y preocupación, pero sin aparentar que uno espera una inmediata reprimenda para el infractor. Tantea si el manager o director de RRHH está de tu lado. Si lo está, bien, y si no, tienes dos opciones. Puedes lidiar con el asunto tú solo (ya sea ignorando el asunto o hablando con el evangelizador), o puedes ir un nivel más arriba, pero cuidado, que esto puede tener repercusiones feas pues puedes ganarte la antipatía del manager inmediato sobre ti, o peor aun, del gerente o de aquel con quien fuiste a hablar.
Los problemas que suceden en el trabajo generan más despidos que comedias.


A menos que uno tenga un trabajo que realmente le guste, es casi seguro que no desearía estar haciendo otra cosa durante las 8 horas (tal vez más, tal vez menos) que uno pasa trabajando. Lo mejor que se puede hacer es hacer ese ambiente lo más agradable posible, así eso signifique tener que enrollarse la lengua cuando no es conveniente. Sin embargo eso no quiere decir aceptar abusos de todos lados, sino hacer lo posible por crear una situación justa y agradable para todos los que ahí trabajan.

Particularmente, en los trabajos que he tenido no he tenido ningún roce de este tipo, ya sea porque el tema no ha salido a colación, o porque mis superiores han estado de acuerdo conmigo en lo suficiente como para hacer más que nada chistes al respecto. Tener un buen trabajo paga las cuentas, pero petener un jefe que exclama "Dios, por qué me haces esto" y se ría cuando yo respondo "Por culero, por qué más" no tiene precio

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"Que esté permitido a cada uno pensar como quiera; pero que nunca le esté permitido perjudicar por su manera de pensar" Barón D'Holbach
"Let everyone be permitted to think as he pleases; but never let him be permitted to injure others for their manner of thinking" Barón D'Holbach